Ahora el madridismo confía en Clemente. Antes confiaba en Mourinho. Como ellos no se atreven, siempre andan pidiendo ayuda al Primo Zumossol. En el Barça las cosas son diferentes porque el barcelonismo confía en su equipo y en nadie más. Y si Clemente también se estrella ante el mejor equipo de la Liga, siempre quedará el villarato para llorar las penas. Definitivamente, el Madrid se ha convertido en un equipo pequeño, en un equipo sin más argumentos que el de lamentar sus errores echando mierda a los demás para ensuciar su gloria. Los ladridos que llegan desde la capital confirman que el Barça cabalga con paso firme.
300 millones han servido para acabar el año en blanco. Y los talibanes mesetarios bendicen el fracaso. Allá ellos. Lo cierto es que los jugadores del Barça, cabroncetes ellos, han sometido al madridismo a una humillación sangrante. El Madrid ha sido, es y será un club grande. Pero a día de hoy tiene a un equipo pequeño. Con mucha figurita, pero pequeño. Demasiado pequeño para el Barça. Pudo el Madrid decidir la Liga demostrándole al Barça a la cara, sin primos Zumossoles, que es mejor. Pero perdió en el Camp Nou (gran Ibra) y volvió a perder en el Bernabéu (gran todo el Barça). Y lo que no han sabido hacer ellos, ahora esperan que lo haga Clemente. Qué ilusos. Y qué pobreza de argumentos para un club con el presupuesto del Real Madrid.
El Barça sentenció la Liga en el Bernabéu, pero ha querido ponerle al Madrid la miel en los labios, que se lo creyera. Y consiguió que se lo creyera. Seguro que pierden en Villarreal. Seguro que pierden en Sevilla. Pues no. Y en Sevilla, con los deberes hechos tras el 0-3, fue patético ver cómo el Bernabéu soñaba con el tropiezo blaugrana. Siempre pendientes de un Barça que no pierde el tiempo mirando por el retrovisor. Lamentablemente para ellos, este Madrid sólo puede soñar. Y Pellegrini presumir de goles. Parece que este tipo aún no se ha enterado de que el mejor no es que el consigue más goles sino el que suma más puntos. Ya se enterará algún día.
Pero ganando así, con emoción, el triunfo blaugrana hizo más daño en el madridismo. Es mejor dejarles una puerta abierta a la esperanza para que luego así puedan descubrir la triste realidad. La situación de la penúltima jornada me recordó mucho a lo vivido el año pasado, el del canguelo y el cagómetro, cuando el Barça estaba tan acojonado por la calidad del Real Madrid que cuando acudió al Bernabéu como si fuera al matadero salió con un 2-6 sin despeinarse. Era cuando decían que Robben era mejor que Messi. Ahora es ese Cristiano. El año que viene ya veremos. Fue bonito. Se lo habían creído tanto, se habían recreado tanto en la gran mentira que el descubrimiento de la verdad hizo mucha más pupa. Tanta, que aún siguen arrastrando las secuelas con otro año en blanco.
Por Sevilla pasó el mejor equipo de la Liga. Una vez clarificado el tema, el madridismo tiene ya luz verde para acudir a La Cibeles a celebrar el subcampeonato. Es para celebrarlo, ¡vive Dios!. Han obligado al Barcelona a esperar hasta la última jornada. Eso tiene mucho mérito. Mucho, sí señor. ¡Ah! Por cierto, mañana tiene el barcelonismo una cita con la gloria en París. Allí está el Barça porque el Madrid no fue capaz de apartarle de la Final Four. Pues nada, a verlo por la tele, como todo.
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