16 expulsiones. Ese es el dato que le ha colocado por delante de otro mítico de la defensa blanca, Fernando Hierro, que se retiró con 13 salidas a destiempo del terreno de juego. Un balance esperpéntico teniendo en cuenta el tipo de jugador que es Ramos. Tiene razón cuando se queja: "A Ramos es muy fácil expulsarle". Y vaya que si lo es.
Los datos, además, caen por su propio peso. La diferencia entre la competición doméstica o la Copa del Rey, escenarios nacionales, y todo lo que tenga que ver con Europa, son demoledores. "En Europa el arbitraje es otro y ahí no tengo problemas". Sólo en dos ocasiones fue expulsado el sevillano en la Champions, y ambas con cierta justificación. La primera, en su primer año como jugador del Madrid y poco experimentado. La segunda, en aquel famoso partido en Ámsterdam donde Xabi Alonso y él forzaron la roja para pasar limpios a la segunda fase del torneo.
Y ya si hablamos de la Selección española, las cosas son todavía más escaldalosas. Ramos es uno de los jugadores que más veces ha vestido la elástica de la Roja, 99, y sin embargo, a punto de llegar al centenar de partidos, jamás fue expulsado. ¿Por qué? Muy sencillo. Porque fuera le tratan igual que a todos. En España, no.
Iturralde González, Undiano Mallenco, Paradas Romero, Clos Gómez... muchos son los colegiados que le han tomado la matrícula a Ramos y que no sólo no le pasan ni una, sino que le "añaden" faltas y tarjetas donde no las hay. Como la primera del choque frente al Rayo, injusta a todas luces. Parece que la campaña de desprestigio y demonización efectuada desde Barcelona da sus frutos.