Pep Guardiola acabó el último entrenamiento previo al choque de ida en el Bernabéu y se dirigió a la sala de prensa del estadio blanco para expresar sus opiniones pre partido. Por el camino advirtió a uno de sus allegados de que avisara a la plantilla para que siguiera en directo la rueda de prensa que estaba a punto de comenzar.
Y ahí Pep soltó lo del "puto amo" y el "puto jefe", asumiendo su inferioridad dialéctica sobre el técnico madridista, pero citándole para el día siguiente a las nueve menos cuarto en donde, ahí sí, sus jugadores hablarían en el campo y dejarían claro quién es mejor. Cuando Pep llegó al restaurante del hotel, en donde los jugadores habían empezado ya a cenar, fue recibido con una estruendosa ovación. Sus futbolistas estaban orgullosos del valor de su entrenador, capaz de enfrentarse al poder fácticvo que encarna Mourinho.
Estaba todo estudiado. Ante las constantes andanadas lanzadas por Mourinho, Pep consideró que tenía que ofrecer una respuesta contundente y eligió el mejor momento. Esta vez no necesitó de un vídeo motivador, como cuando recurrió a Gladiator para ganar la final de Roma. Esta vez le bastó dar un golpe sobre la mesa para pasar la pelota a sus jugadores.
Le salió bien. Los jugadores del Barcelona salieron al césped a dejarse la vida por su entrenador.
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