Ocurrió durante la entrega conmemorativa de las medallas que reconocen a los campeones de la Champions League que el sábado estaba en juego en Milán. Un seguidor del Barça, frustrado por el resultado de la final, aprovechó su posición privilegiada en el palco de San Siro para saludar a los jugadores madridistas que iban desfilando por el lugar para recibir la felicitación por su condición de campeones además de recibir la medalla conmemorativa. Y el tipo, que no encajó bien el triunfo del Real Madrid, se dedicó a gritar con todas sus fuerzas "¡Visca el Barça!", un grito poco o nada oportuno en un momento en el que el Real Madrid festejaba escaparse aún más de los que intentan darle caza en el registro de títulos continentales. Benzema se lo quedó mirando y le envió un saludo con el pulgar hacia arriba y una sonrisa. Visca el Barça, todo lo que tú quieras, pero aquí estamos los del Real Madrid y los del Barça viéndolo por la tele. Lo que es un misterio que alguien debería descifrar es qué pintaba ese desaforado culé en el palco presidencial de San Siro en una final de la Champions League, en donde se supone que todos los ocupantes deben mostrar un mínimo grado de educación, algo que no era el caso de ese seguidor culé que se llevó el zasca de Benzema después de intentar que Isco respondiera a su grito culé.
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