"Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano". Cita extraída del himno oficial del Real Madrid. Cita falsa porque no se corresponde con la realidad. Cuando pierde en la contienda este Real Madrid actual no da la mano ni se comporta como bueno y fiel hermano sin rencores. Ni siquiera se espera a la entrega del trofeo al campeón como marcan las más elementales normas de educación y urbanidad deportiva y como se le recordó al equipo -y al Barça- antes del cuarto y el quinto partido. Pero la frustración por las derrotas es tan grande en ese club que nadie atiende a razones.
Que el equipo de fútbol del Real Madrid se mueva bajo los parámetros de la antideportividad puede entenderse como normal teniendo en cuenta la identidad, los antededentes y las reicidencias de quien manda ahí. Lo raro sería que se comportara dentro de los límites del fair play, algo que no entra dentro de la filosofía de vida de Mourinho. Lo que sorprende es que la huella del entrenador de Portugal que manda en el Madrid se haya extendido por todo el club y haya llegado incluso hasta algo tan lejano como el equipo de baloncesto. Nuestros compañeros de Mundo Deportivo han captado una imagen que confirma que la palabra señorìo sólo existe en el Real Madrid para llenarse la boca cuando hay que embaucar a alguien.
Cuando el Barça de fútbol perdió la Copa en Valencia ante el Real Madrid el pasado año, los jugadores barcelonistas no abandonaron en césped hasta que sus rivales rrecibieron el trofeo. Incluso hubo aplausos. Cuando el Real Madrid de baloncesto ganó la Copa en el Palau Sant Jordi hace unbos meses venciendo en la final al Barcelona, sucedió tres cuartos de lo mismo. Xavi Pascual y sus hombres presenciaron desde el parket la entrega del trofeo al rival en un ejemplo de deportividad.
Pues bien, apenas semanas después de que el Madrid ganara la Copa de fútbol ante los aplausos de los barcelonistas, los jugadores del Real Madrid perdieron en el Camp Nou la Supercopa de España y en cuanto el árbitro pitó el final, y una vez concluida la obra de Mourinho metiéndole el dedo en el ojo a Vilanova, se fueron corriendo al vestuario para no ver la entrega del trofeo al "enemigo". Es decir, el Real Madrid desautorizó a su propio himno, ni dio la mano ni desmintió la envidia y el rencor que se le supone cuando tiene delante al FC Barcelona, el mejor club del siglo XXI. Eso ocurrió en fútbol, pero el sábado pasado hemos vivido un nuevo capítulo de la antideportividad y falta de señorío del madridismo. Mientras el ministro de Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, entregaba en el Palau Blaugrana al FC Barcelona la copa que le acredita como campeón de Liga ACB, los jugadores del Real Madrid enfilaban el camino de vestuario para no verlo. Todo lo contrario que hizo el Barcelona en el Palau Sant Jordi cuando el Madrid ganó la Copa.
Empieza a ser preocupante el mal perder que caracteriza al Real Madrid en los últimos tiempos. Y sería bueno que fueran asimilando el concepto de fair play porque es mucho más lo que pierde que lo que gana el Real Madrid en los últimos años, tanto en fútbol como en baloncesto. En realidad no es tan difícil comportarse con educación, sólo hay que cumplir con lo que propone el propio himno del club: "cuando pierde da la mano". ¿Tan difícil es eso?
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