El FC Barcelona tendrá un nuevo Palau Blaugrana adaptado a las exigencias de la Euroliga (10.000 plazas de aforo) no antes de 2020. Así lo han reconocido a los medios de comunicación los directivos Joan Bladé y Jordi Moix. Pero también han dejado claro que el nuevo Palau está supeditado a las obras de remodelación del Camp Nou o de construcción de un nuevo estadio y también a la necesaria reducción de la deuda que arrastra el club, que ahora mismo asciende a 330 millones y que debe quedar por debajo de los 200 millones, según informó en la asamblea Javier Faus, para que la directiva se tome en serio el futuro del Camp Nou.
De esta manera, los dos directivos escriben un capítulo más en la estrategia marcada por Sandro Rosell para obtener de los socios, en referéndum, el permiso para invertir en proyectos inmobiliarios 300 millones (si es remodelación) o 600 millones (si es estadio nuevo). Es evidente que existe en Sandro Rosell un interés claro por hacer obras y que en esas obras el Palau Blaugrana, que es el tema que más urge al día a día de la vida del club, está en un segundo plano. De cualquier forma, esta directiva no tiene inconveniente en advertir que sólo habrá Palau Blaugrana nuevo si en el famoso referéndum arrancado a los compromisarios en la asamblea los socios dan luz verde a los proyectos inmoblliarios del presidente relacionados con el Camp Nou.
Si el Barça no quiere volver al Palau Sant Jordi (capaz para 17.000 espectadores) y no muestra el más mínimo interés por construir un Palau capaz para 10.000 personas antes del 2020, resulta claro que el equipo de baloncesto del Barcelona perderá la licencia A que le garantiza su presencia en la Euroliga, para pasar al nivel B, que le obliga a ganársela en la competición doméstica. O lo que es lo mismo, si el Barça no quedara ni primero ni segundo en la Liga ACB, no podría participar en la Euroliga, algo que podría resultar gravísimo para una sección cuyo presupuesto es mayor que el de la mitad de los clubs que componen la primera división de fútbol.
Ha dicho Jordi Moix que "la junta ha trabajado activamente para lograr que el nuevo Palau Blaugrana se convierta en realidad lo antes posible". Lo qué no ha dicho es cómo ha trabajado y en qué ha consistido ese trabajo. Lo que sí ha quedado fijado es el precio que tendría este nuevo Palau que sólo existe en la imaginación de Rosell y sus directivos: 100 millones de euros.
Y sobre la pérdida de la licencia A ha dicho Bladé: "Hemos hablado con la Euroliga y las instituciones para buscar la mejor solución. Estamos haciendo los deberes, pensamos que los trámites se están haciendo correctamente. La intención es seguir en el actual Palau. Hemos invertido para actualizarlo y seguir allí hasta tener uno nuevo". Lo que no dice Bladé es que si hubieran hecho los deberes ya habrían presentado los planos del nuevo Palau a la Euroliga tal y como se comprometieron a hacer hace ya dos años. Y no lo han hecho porque ni existen ni planos ni voluntad de mover un dedo por el nuevo Palau. Bladé insistió en la intención del Barça de seguir compitiendo con licencia A sin explicar que una parte importante de los clubs de esa categoría, liderados por el Real Madrid, exigirán a la dirección de la Euroliga medidas drásticas contra quien pretende hacerse pasar por "cliente vip" sin cumplir los requisitos. El Madrid no tendrá inconveniente en forzar la situación para expulsar al Barça del club de los elegidos si su pabellón no reune las condiciones exigidas por la organización.REAL MADRID
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