Minguella, a favor de la moción
Josep Maria Minguella fue el primero en ofrecer su apoyo a la iniciativa de la moción de censura. "Laporta llegó desconociendo lo que era el mundo del fútbol, se encontró con éxitos casi inmediatos, empezó a formar parte de no sé cuántas comisiones de la UEFA, la Federación Española y la Catalana, el presidente del Madrid le da abrazos y relojes de 10.000 euros, y entonces, cuando caes de la nube, te das una castaña impresionante. Por eso, como ocurre en muchas empresas, si se hace una limpieza se debe empezar por el presidente". También se sumó a la causa Xavier Llaudet, el hijo del ex presidente del FC Barcelona entre 1961 y 1968. Antes de llegar al ecuador del proceso de recogida de firmas, éstas ya superaban la mitad de las necesarias.
A Bassat le proponen mentir con Henry
Lluís Bassat, en su libro 'Confesiones personales de un publicitario' desvelaba por esas fechas que cuando Laporta en 2003 embaucó a los socios con el fichaje de Beckham, a él le propusieron que anunciara el fichaje de Thierry Henry por su candidatura, a lo que se negó porque “prefería perder las elecciones a perder la dignidad”.
Detectives detrás de Giralt
En pleno proceso de la moción de censura Oriol Giralt tuvo que acabar admitiendo que “tengo constancia fehaciente” de que se estaban realizando investigaciones sobre su vida privada. “No tengo nada que esconder. No es necesario que se gasten dinero en saber cosas sobre mí. No hay nadie detrás mío, no soy un hombre de Minguella, de Bassat o de Rosell, soy un hombre del Barça”. De eso nunca dijo nada Fermí Puig, el de “Chicago años 20”. Luego se sabría que tanto Giralt como Rosell serían seguidos e investigados por detectives privados. Se desconoce quién les contrató, aunque parece difícil que la financiación corriera a cargo de los que no habían digerido el triunfo electoral de Laporta.
Roser Casaus ofrece su firma
Roser Casaus, hija de Nicolau Casaus, también ofreció su firma a Oriol Giralt porque "ésta habría sido la voluntad de mi padre. Entiendo que la forma de dirigirse al colectivo de peñas es indigna del presidente del FC Barcelona, que es totalmente injustificada e imperdonable”. Los antiguos directivos Bartomeu, Moix, Faus y Monés le dieron también su firma
"Ni tan joven ni tan guapo"
Decía Lluís Mascaró el 27 de mayo de 2005: “Este próximo jueves Laporta puede ser pagado con la misma –y democrática– moneda (la moción de censura), en el caso de que otro abogado –ni tan joven ni tan guapo, todo hay que decirlo– confirme que ha conseguido el apoyo de casi seis mil socios. O más”. Mascaró, al que ya sabíamos enamorado de la belleza interior del presidente, confesaba ahora sus preferencias estéticas decantándose por Laporta.
Giralt, adivino
El 28 de mayo, cuando ya había alcanzado las 3.000 firmas, Giralt profetizaba con suma precisión que “no creo que Laporta vaya a dimitir, pero sí que lo pueden hacer algunos directivos, eso sí es posible". Y sobre la inoportunidad de las fechas, respondía: “Lo que sí será inoportuno es tener que jugar un amistoso en Arabia, que ya se ha cobrado, la próxima temporada porque la directiva no sabe dónde están los jugadores ni ha encontrado bastantes para viajar y disputarlo. El club tiene muy buenos profesionales y empleados en todos los departamentos para que siga la vida sin alteraciones. Txiki puede seguir trabajando, no le veo problema".
Del cielo al infierno
Lamentaba Josep Maria Casanovas que Laporta pasara del cielo al infierno sin escalas en el purgatorio. El socio lo quiso así al hacerle responsable de esa autocomplacencia que permitió, entre otras cosas, el deterioro y pérdida de un patrimonio tan valioso como era la mejor plantilla del mundo. El socio entendió que si Ronaldinho, Deco y Eto´o podían pasar directamente del cielo al infierno, quien había permitido que ese patrimonio se echara a perder no podía irse de rositas. Los daños no eran colaterales, afectaban directamente al puesto de mando del club. Escribía Casanovas: “En la historia del Barça no es la primera vez que no se ganan títulos durante dos años, lo que de verdad ha hundido a Laporta es su carácter, que le ha enfrentado a demasiada gente. Cuando dejas por el camino a tantos heridos, no te puede sorprender que algunos se preparen para pasarte factura cuando llegue la oportunidad”.
Emilio Pérez de Rozas resumía así en Sport las motivaciones del barcelonismo para aprobar la moción de censura: “Los socios creen que de aquel Laporta nuevo, joven, motivador, virgen, limpio, impulsor, creativo, líder, aglutinador, amigo, sorpresiva y masivamente respaldado en las elecciones, no queda nada. Y este Laporta chulesco, sobrado, altivo, excesivo en casi todo, no gusta. Es muy poco catalán. Merece un toque. Debió haber sido más humilde. No lo fue. Siguió creyéndose un ser superior. Y ahora el miedo ha entrado en su cuerpo… Alguien ha querido ser más chulo que Laporta. Y lo está logrando”.
La táctica del miedo
A medida que pasaban los días y, analizadas las encuestas, Laporta no sólo empezaba a asimilar que Giralt obtendría sin problemas las firmas sino que la intención de voto confirmaba que el socio era contrario a su gestión en unas cifras incluso superiores al 66% que necesitaban los organizadores de la moción para apartarle de la presidencia. Estaba Laporta tan desesperado que tenía que recurrir a la política del miedo muy bien expuesta por Toni Frieros en Sport el 28 de junio: “Desde la junta se quiere advertir a la masa social del FC Barcelona que en caso de prosperar la moción y, por tanto, se convoquen nuevas elecciones, la entidad azulgrana quedará absolutamente paralizada económica y deportivamente.
Les preocupa, y mucho, que la próxima temporada quede totalmente hipotecada por la moción. No habrá fichajes, no habrá traspasos y no se podrá hacer ninguna disposición dineraria en caso de elecciones. La comisión gestora, que presidiría Sala i Martín, tendría las manos atadas”. ¡Qué miedo! Más embaucamientos. En el apartado 30.4 de los estatutos se especificaba que “la Comisión Gestora ejercerá las funciones de gobierno, administración y representación necesarias a la junta directiva, pero limitadas a los actos necesarios e imprescindibles para el mantenimiento de las actividades normales del club y la protección de sus intereses”. Una vez más, no sabían –o no querían- aplicar los estatutos del club.
"Esta moción es una frivolidad sin paliativos"
La “caverna mediática laportista” no se acababa en Mascaró o Fermí Puig. El presidente tenía otro fiel fundamentalista en los medios: Anton M. Espadaler, el mismo que escribía en La Vanguardia que el voto de censura era "una frivolidad sin paliativos (…) El personaje resulta desagradable y molesto frente a una capa de socios dispuestos a no reconocerle ya nada. Debe de haber, pues, una masa que está irritada consigo misma por haber dado su confianza alguna vez a Laporta". Lamentablemente para Espadaler, esa capa de socios resultó ser mayoritaria, mientras que sus razonamientos sólo eran compartidos por una capa minoritaria de la masa social.
Espadaler, desesperado y a falta de mejores argumentos, recurría también a la fácil y nada original teoría de la conspiración, a los hipócritas y embaucadores que eran capaces de influir en la decisión libre e independiente de un socio a quien desde las alturas de la intelectualidad se le tendía a considerar bobo y fácilmente manipulable: “También hay otra masa que ha estado agazapada esperando que la pieza se pusiera a tiro. A los agazapados no se les ve, pero sus maniobras son silenciosas, secretas y con frecuencia de altos vuelos. Si alguien cree que el leguleyo primer firmante de la moción y sus amigos se bastaron y sobraron para recoger las seis mil firmas, ya puede devolver el lirio a la floristería porque se le va a pudrir en la mano". De nuevo creía el ladrón que todos eran de su misma condición. Tantos años de activismo no permitían aceptar que a 26.000 socios no se les podía engañar más de lo que ya habían sido engañados. Pero Laporta necesitaba recurrir a sus fieles más incondicionales para extender aún más confusión sobre los fines perversos de las fuerzas del mal guiados desde posiciones estratégicas en los medios de comunicación. Había que pintar peligrosos gigantes donde sólo había molinos.
Espadaler le estaba haciendo un flaco favor a su amigo presidente, el que le invitaba al palco para degustar las delicias de los entreactos, porque lo que el socio rechazaba era precisamente ese estilo representado por quienes sólo veían resentidos que no digerían lo guapos que eran ellos en donde debía haber autocrítica, reflexión, acto de contrición y propósito de enmienda. El socio se rebeló contra la altanería. También contra la mentira, la hipocresía y el continuo embaucamiento al que le sometía el poder desde sus diferentes atalayas. Y mientras Laporta trataba de averiguar quién se escondía detrás de Giralt, los directivos se le iban escapando por la ventana. ¿Dónde estaba el problema? ¿Dentro o fuera?
Socio engañado
En e-noticies.com sí había reflexión: "Laporta ha sido el presidente del Barça que más apoyo ha recibido en unas elecciones. Sencillamente no ha sido capaz de mantener esta ilusión, esta fidelidad (…) Laporta probará diez años después su medicina, cuando instó a un voto de censura en 1998 contra un presidente que había ganado tres títulos de fútbol e iba camino de ganar otros tres y las cuatro ligas del año del Centenario, y el club se encontraba en un espléndido momento en todos los aspectos. Y lo hizo seis meses después de unas elecciones, lo que pone de relieve cuál es su talante democrático (...) Curiosamente, y eso nunca lo ha explicado Laporta, cuando llegó Gaspart a la presidencia y el club, entonces sí, comenzó una importante caída en todos los sentidos, el avispado Elefant Blau que encarnaba Laporta ocultó su trompa y se batió en retirada. ¿Por qué Laporta pasó a la clandestinidad durante la aciaga época de Gaspart? ¿Qué le empujó a plegar velas y mantener la boca cerrada? ¿O es que, tal vez, aprobaba la gestión de Gaspart? Sería bueno que lo explicara, aunque lo que circula como motivo de su silencio es fácil suponerlo”.
Los Boixos entran en acción
Tan desesperado estaba Joan Laporta, con tanta nitidez veía en su espejo la cara del derrotado, que tuvo que agarrarse a clavos ardiendo de muy bajo calado para desacreditar a los promotores de la moción. Por ejemplo, que un grupo de Boixos Nois acudieran a la sede de Giralt para ofrecer su firma. “Esta no es para nada una moción de censura excluyente. Los Boixos Nois también son socios y tienen derecho a participar de la moción de censura si lo creen conveniente”, le respondió Giralt. Pero ahí estaba Lluís Mascaró, dispuesto a sacarle punta a lo que hiciera falta para evitar que Giralt triunfara en su empeño por hacerse con las firmas necesarias. “¿No es inmoral hacerse una foto con miembros de los Boixos Nois que han ido a la cárcel? ¿No es inmoral intentar vender los datos privados de los socios del Barça? ¿No es inmoral robar el ordenador del presidente? ¿No es inmoral dinamitar a la junta desde dentro? ¿No es inmoral hacer una campaña de acoso y derribo contra Laporta desde el primer día?. Allá cada uno con su conciencia”. Vamos, que el socio Giralt era el demonio en persona. Un inmoral en la línea de los ladrones de ordenadores o de los que dinamitaban la junta desde dentro. Tiene gracia que fuera inmoral organizar una campaña de acoso y derribo contra Laporta y no lo fuera hacer lo mismo, con mucha más virulencia, contra Núñez. Pues eso, qué poca memoria mostraban algunos.
Oriol Giralt se presentó en el club con 12 cajas de Ikea repletas de firmas. “Cada socio ha firmado delante nuestro aportando su DNI y su carnet de socio, digo esto para desmentir el rumor malintencionado de que disponemos de firmas falsas”. Eso se lo dedicaba a Xavier Sala i Martín por unas declaraciones en las que dudaba de la legalidad de las papeletas y hasta aseguraba que dimitiría si no se le encontraban a Oriol Giralt firmas inválidas. “Solicito que el presidente de la Comisión Económica Estatutaria presente su dimisión y si no es así, que el presidente del FC Barcelona le haga cesar de su cargo inmediatamente. Se trata de una insinuación fuera de lugar para una persona de su cargo. Su insinuación no está de acuerdo con el cargo que representa. Debería de ser más respetuoso. Las firmas no son buenas, son buenísimas. Es imposible que las tumben”.
También tuvo un recuerdo para los defensores del régimen laportista: “Ahora han aparecido lo que yo llamo ‘palmeros’, son aquellos que temen perder un buen lugar en el palco y los canapés. Están apareciendo en los medios para defender una actitud de club y yo les pregunto si ellos quieren tener un Barcelona humillado y avergonzado como hasta ahora” Y le lanzaba un recadito a Laporta: “Hace un año Joan Laporta aportó 8.600 firmas que según él le legitimaban para ser presidente, ahora estas 9.400 le legitiman para dejar de serlo, debería pensar lo que está pasando”.
Sala i Martín "Si no hubiera firmas inválidas dimitiría ya"
"Oriol Giralt no tiene ningún derecho a pedir la dimisión de nadie", dijo Sala i Martín. Le faltó añadir: “y mucho menos la mía, que he sido nombrado a dedo por la gracia de mi amigo Jan”. "Por mucho que el señor Oriol Giralt haya presentado nueve mil firmas, esto no quiere decir que todas sean válidas. Yo aseguro que habrá muchas que no lo serán (…) Si no hay firma alguna de éstas que sea inválida dimitiré enseguida". Es lo que dijo al ser entrevistado en el programa La Nit al Dia, de TV3. La moción también iba contra él, contra su estilo chulesco muy en la línea del de su amigo presidente. Alguien que era capaz de apostarse el cargo merecía muy poca credibilidad entre el barcelonismo de base. El socio estaba harto de tanta prepotencia, de tanto desprecio al que no me aplaude, de tanta burla a los mortales que no saben valorar lo buenos que somos. Actitudes como la suya le sirvieron a Giralt para vencer ampliamente a Laporta en las urnas. Si Giralt, capaz de movilizar primero a casi diez mil socios y luego de captar la voluntad de casi 24.000, no era nadie, ¿quién era Sala i Martín en el Barça? ¿Contra quién había empatado? ¿Qué pedigrí tenía para dar lecciones de un negocio, el del fútbol, que desconocía por completo? ¿Qué había hecho este hombre en el Barça al margen de lucir americanas en el palco, saborear los canapés del antepalco, viajar a la final de París con entradas de los socios, irse de gira por África, Asia y América, hacer turismo a costa del club o aplaudir cualquier cosa que hiciera o dijera Laporta en la asamblea? ¿Qué razón creería este hombre que le asistía para despreciar a un socio del Barça que ostentaba la representatividad de 24.000 más? ¿A quién representaba él para arrogarse el derecho a ningunear a los demás? ¿Sería un ser superior? Seguramente a Giralt le faltaba ese glamour maravilloso que aportaban sus americanas de gusto más que dudoso. Apariencia. Pura apariencia. Así se escribe la historia del laportismo, con apariencias.
El fondo de la cuestión es que Sala i Martín se tomó la libertad de dudar de la validez de las firmas de Giralt. Y se equivocó. Una equivocación más. Demasiadas equivocaciones ya. Es normal que el socio se rebelara contra un sistema que permitía que tipos como Sala i Martín camparan a sus anchas por el Camp Nou como si el club fuera suyo.
Mensaje del mítico Migueli a Laporta el 30 de mayo de 2008 en Mundo Deportivo: “Casi 10.000 socios han dado la cara y te han dicho: hemos ganado dos Ligas y una Champions, ¡felicidades!, pero no sigas ni un minuto más aquí. ¡Qué club tan maravilloso este Barça! Es el único club del mundo donde siempre paga el 'primo' de la película. Frank Rijkaard se equivocó y lo pagó aunque ni 'Dios', ni el hijo de 'Dios', dígase Txiki Begiristain, ni el designado por 'Dios', el todopoderoso presidente, se han planteado admitir sus errores y dedicar los mejores años de la vida a apartarse de nuestra entidad. Bueno. Ahora, que siga el proceso que el 'Elefant Blau' puso de moda y, si se tiene que ir con la trompa a la calle, que se vaya y vuelva a su próspero bufete de abogados. Por cierto, aquí aún hay quien se cree que el socio del Barcelona es 'tonto'. Podemos serlo un poco e incluso mucho, pero todo tiene un tope. Han refichado a Piqué -alguien se tendría que meter debajo de la tierra si tuviera vergüenza por 'quitarle' al socio 5 millones de euros-. Pero hay más. El desgobierno es tal que ahora hablan de Sergio García. No son más malos porque no se 'entrenan', de verdad”.
MAÑANA, PRÓXIMO CAPÍTULO
La moción de censura (IV)
Moner , presidente / Las encuestas dan perdedor a Laporta desde el principio / El Barça no existía sin él / Le apoyaba media directiva / Acoso y derribo contra Giralt/ ¿Moción o autodestrucción? / Rencor y odio / Conflicto con las fechas / Ahora sí quiere revisar las firmas / No hay prisas / La foto con un condenado por asesinato / Catalunya Ràdio denuncia a Castellví
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