El Real Madrid gana sus partidos con incontestable facilidad gracias a su poderío físico y a la calidad que atesoran sus hombres. Eso no admite discusión. Del primero al último, todos han sucumbido a la superioridad del mejor equipo del mundo. Únicamente el FC Barcelona logró llevarse los tres puntos en lo que sólo fue un accidente, un contratiempo que no debe tapar la excelente temporada que está realizando el equipo blanco. El resto de los rivales han sido marionetas a las que el Real Madrid ha dejado en evidencia gracias, principalmente, a la clase y calidad de los hombres de arriba, que con sus tantos convierten al equipo en el máximo goleador de la historia de la máxima categoría.
Sin embargo, pese a la derrota practicamente garantizada que les aguarda a todos los que visitan el Bernabéu, también es cierto que a todos les es relativamente fácil llevarse a casa un particular trofeo. A veces es un defensa, otras un delantero, el caso es que siempre acaban marcando algún gol. La mayoría de ellos llega por falta de concentración y eso mosquea de verdad a Jose Mourinho, que ya ha dado muestras sobradas de su enfado, pero parece que los jugadores no le hacen mucho caso.
Ayer el Granada se convirtió en el séptimo equipo consecutivo que sale del Bernabéu habiendo marcado algún tanto. Osasuna, Dinamo de Zagreb, Atlético, Barcelona, Ponferradina y Málaga lo habían hecho hasta la jornada de ayer y en los cuatro meses que llevamos de competición sólo tres equipos se han ido del estadio de La Castellana sin ver puerta: Villarreal, Ajax y Olympique de Lyon han sido los que no han llegado a besar la gloria en el mejor estadio del planeta.
Todo ello tiene dos graves consecuencias al margen del monumental enfado de José Mourinho, que ya dejó clara su opinión al respecto en la rueda de prensa posterior al partido frente al Málaga del pasado martes y que el viernes dejó fuera a Arbeloa y a Coentrao como castigo. Por un lado, que el Real Madrid siempre tiene que contar con ese gol en contra que no se sabe cuándo llegará pero cuando lo haga traerá serios apuros a los blancos. Por otro, que Iker Casillas no tiene opciones para luchar por el trofeo Zamora. De esta forma se le entrega el galardón en bandeja de plata a Víctor Valdés, que tiene en su defensa, aunque sea de tres, un seguro más fiable.
Los números hablan por sí solos. Valdés ha recibido esta temporada 8 tantos en17 partidos, mientras que Casillas ha encajado 16 en 18 encuentros. Números que se ven compensados por la efectividad ofensiva (61 goles madridistas por 50 barcelonistas), pero que privan al mejor portero del mundo de alzarse con el trofeo que le acredita como la garantía más perfecta bajo palos en Primera División.
Mourinho es un perfeccionista inconformista. Quiere ser campeón, quiere que se su equipo sea el máximo goleador, que su equipo seal el mínimo goleado, que un jugador suyo alcance el pichichi y que su portero consiga el trofeo Zamora. Históricamente, los equipos de Mourinho -especialmente Chelsea e Inter- se han caracterizado por un poderío defensivo sobre el que ha construido Mourinho sus estrategias. En el Real Madrid es al revés. La mejor defensa es un ataque excepcional. Mourinho está encantado con los de delante. Con todos. Pero también piensa que una defensa en la que figuran tres campeones del mundo: Ramos, Arbeloa y Albiol, y jugadores del nivel de Pepe, Carvalho, Marcelo, Varane o Lass no puede encajar tantos goles. Esa es ahora mismo la asignatura pendiente de Mourinho.
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