Ligado a Mediapro, la empresa audiovisual dirigida por Jaume Roures, Txiki Begiristain había colaborado con Tatxo Benet, número dos de Mediapro, en la empresa Media Global dedicada a la intermediación de jugadores mientras ejercía de comentarista en diversos programas deportivos de TV3. A diferencia de lo sucedido en las anteriores elecciones, en las que compitió y perdió junto a Lluís Bassat frente a la candidatura de Joan Gaspart, en 2003 Txiki prefirió mantenerse al margen de la campaña electoral y sólo apareció cuando Laporta se alzó con el triunfo y le ofreció el cargo de secretario técnico, una función que jamás había ejercido. En lugar de foguearse en algún club modesto como director deportivo para probarse y demostrar que reunía las virtudes necesarias para triunfar en el empeño, prefirió dedicarse a ejercer de pseudoperiodista simpático en TV3. Como buen discípulo de Cruyff, Begiristain también debe ser de los que piensan que ha nacido enseñado. ¿Para qué ponerse a trabajar en un club modesto pudiendo aprender en la escuela del Barça? Su trayectoria demuestra que lo suyo fue un aprendizaje constante…y pagado. Muy bien pagado. De él se dice que no se moja ni en la ducha. Laporta le convirtió siempre en protagonista cuando se trató de buscarle la paternidad a los éxitos, porque a Txiki lo puso ahí el amigo Cruyff y su talento convirtió en prescindible a Sandro Rosell. Con Txiki, pues, a muerte.
Los extranjeros tienen que marcar diferencias
"Los extranjeros que vengan tienen que marcar las diferencias; si no, no hace falta que vengan", manifestaba a El País el 4 de junio de 2003. Y para confirmarlo, llegaba el primer extranjero del laportismo, Rustu Recber. Luego, para refrendar sus palabras, aterrizarían en el Camp Nou con su visto bueno Maxi López, Van Bommel, Albertini, Thuram, Zambrotta, Gudhjonsen, Martín Cáceres, Hleb, Chygrynskiy, Ibrahimovic, Henrique o Keirrison. Es decir, que con él los extranjeros marcaron las diferencias como siempre. Unos mucho y otros nada. "Ya va siendo hora de que seamos los futbolistas los que fichemos a los jugadores y no los directivos a través de un vídeo, como hizo Núñez con Giovanni". No quedaba claro si Txiki utilizó el vídeo o su propia clarividencia en la elección de sus fichajes, lo que sí es evidente es que, para su desgracia, a los mejores jugadores de su Barça no los fichó él. Unos ya estaban y a otros se los trajeron o se los pidieron.
Todos quieren venir
Después de afirmar que todos los futbolistas quieren fichar por su Barça, el 6 de junio de 2003 admitía Begiristain en La Vanguardia que "la primera gestión que me hubiera gustado hacer fue la de Harry Kewell, el problema fue su salario, no el traspaso (…) También buscamos fichar a Cristiano Ronaldo, estuve en Lisboa y en su casa, pero al final se lo llevó el United". Sorprende que no fructificaran las gestiones si Txiki no mentía cuando afirmaba que "todos quieren fichar por el Barça". Y todavía sorprende más que ante tan extraordinaria predisposición, Rijkaard manifestara el 6 de septiembre de 2003 en El País que "el equipo estaba desequilibrado. Lo supe desde el primer día, desde antes del verano, desde antes de venir (…) Di mi opinión y comuniqué las necesidades en las reuniones de la directiva. Pero los fichajes ya estaban hechos y no había posibilidades". Mientras Rijkaard se quejaba, Begiristain juraba que todos los fichajes estaban consensuados y confirmaba que su apuesta más firme era la del central Mario. "Espero que en su momento el entrenador también crea en esta apuesta". A lo mejor si Txiki hubiera visto un par de vídeos de Mario es posible que le hubiese ahorrado al Barça su absurda apuesta y Rijkaard se lo habría agradecido. Pero no, los ex futbolistas no necesitaban ver vídeos como los directivos. Ellos ya lo sabían todo.
El Dream Team, sin secretario técnico
Txiki aseguraba por esa época que desde su cargo impulsaría un modelo similar al que tan buenos resultados dio con el Dream Team. Si realmente quería implantar un modelo similar, para empezar debía eliminar la figura del secretario técnico, que ni existía ni habría sido aceptada de ninguna de las maneras por el técnico del Dream Team.
Se le escapan los futbolistas
Lo que no puede negársele a Txiki es su identificación con la doctrina oficial del laportismo, que a veces le ha jugado malas pasadas, como cuando el 13 de agosto de 2004 respondía a la noticia adelantada por Sport :"El Liverpool viene a por Luis García". La respuesta del secretario técnico, digna del presidente: "El jugador quiere quedarse porque ésta es su casa y cree en el proyecto". Debía referirse seguramente al proyecto de Benítez en el Liverpool. Tampoco consiguió integrar en su proyecto al sueco Larsson dos años más tarde. Sobre su anuncio de abandonar el club en junio, Txiki manifestaba en enero de 2006: “No nos ha sorprendido, ya lo sabíamos. Eso sí, nos habría gustado que siguiese un año más”. Larsson se fue a su país y a los pocos meses ya estaba en el Manchester United mientras manifestaba que “llego al mejor club del mundo”. No se retiró hasta 2009. ¿Era eso compromiso con el proyecto?
Poco después diría de Luis García, el que quería quedarse porque creía en el proyecto y acabó marchando al Liverpool antes de regresar al proyecto del Atlético de Madrid: “Nosotros creíamos que Luis García, por su rendimiento del año anterior, no merecía una subida tan espectacular como la que le daba el Liverpool”. Quedaba claro que los compromisos dependían exclusivamente de las cifras que constaban en el contrato. Todo lo demás, pura palabrería.
Cocu y Saviola
El 29 de septiembre de 2004 Toni Frieros le entrevistaba en Sport: “Todos los fichajes y todas las bajas han estado consensuadas entre Rijkaard y un servidor”, decía. Sobre Trezeguet sostenía: “Escogió no venir al Barça. Pues muy bien, que cada uno siga su camino”. Otro que nunca creyó en el proyecto de Laporta. Sobre Cocu: “Prefirió una oferta de dos años del PSV a la nuestra, que consistía en cobrar igual en fijo y más en variable con respecto a la temporada anterior... siendo un año mayor”. O sea, un pesetero. A Cocu se le pasaban cuentas en función de la edad. Años después Txiki ficharía a Henry con 30 años, 24 millones de fichaje y una nómina que triplicaba la de Cocu. Pero, claro, Cocu no era de los suyos. Se lo encontraron puesto y había que deshacerse de él. Aunque, eso sí, Txiki no escatimaba elogios cuando un futbolista le facilitaba la tarea que más le ha costado cumplir siempre: colocar en el mercado a quien no interesa. Decía Txiki: “Con Cocu lo que pasó es que él tomaba como referencia el contrato de dos años atrás mientras nosotros le ofrecíamos una mejora sobre su último contrato”. Cocu aceptó rebajar su contrato en el primer año de laportismo a la espera de obtener una recompensa en función de su rendimiento. Él cumplió con su parte convirtiéndose en pieza básica del esquema de Rijkaard, pero, a diferencia de Ronaldinho, Eto´o, Deco o Messi, el club no quiso adecuar su ficha a su aportación real al equipo. No lo merecía. No era un fichaje del laportismo. “Hay jugadores que han venido al Barça en una situación económica difícil cuando tenían otras ofertas y hay que ser justo y adecuar sus salarios a su valor del mercado actual”. Eso, evidentemente, no lo decía Txiki por Cocu, que en el PSV Eindhoven y la selección holandesa siguió demostrando en los años posteriores que conservaba el nivel que un día le hizo merecedor de jugar en el FC Barcelona. El futbolista extranjero que en más ocasiones había defendido la camiseta del Barcelona hasta la irrupción de Messi merecía una salida más digna del club. Se fue por la puerta de atrás.
Y sobre Javier Saviola añadía: “Tiene un salario elevado y no puedes tenerlo como tercera opción en ataque. Estudiamos mucho su caso y la alternativa de jugar en la banda que tienen Larsson y Eto’o no la tiene Saviola”. Años después llegó Thuram con 34 años, para calentar banquillo y con una ficha que doblaba la de Saviola. ¿Por qué unos no podían estar en el banquillo y a otros se les permitía vegetar en él? Como en el caso de Cocu, la respuesta era sencilla: Saviola pertenecía a la herencia de Gaspart.
Contra Rosell
El 17 de enero de 2005, ya abierta la crisis Rosell en la directiva, Begiristain mantenía en La Vanguardia que “vendrán quienes Frank y yo queramos” (se refería a Albertini y Maxi López). Era un pulso en toda regla dirigido a su vicepresidente, quien nada tuvo que ver en la contratación de estas dos “figuras”. Txiki escribía así el capítulo que le correspondía en la operación de acoso y derribo a Sandro Rosell. “No llegará cualquiera, no llegará un jugador simplemente para salir en la fotografía o hacer plantilla. Esto no lo haremos. Si no son los que queremos, no vendrá nadie”. Maxi llegó para hacerse fotos al lado de Ronaldinho, y Albertini para hacer plantilla y asegurarse la presencia del Barça en su partido de homenaje en Milán. Si eso era lo que querían Txiki y Frank, habría que explicarle a Johan Cruyff que los futbolistas, como los directivos, también se equivocan en los fichajes. Y a veces, como en el caso que nos ocupa, más.
Ante el fracaso evidente de Maxi López, Txiki no tuvo más remedio que disculparse y tranquilizar al socio en El Periódico el 31 de enero de 2005: “Era un riesgo controlado, tanto económica como deportivamente”. Y eso que ya había advertido en sus primeros días que no podían equivocarse en los fichajes dada la dramática situación económica del club. Pues sí. Se podían equivocar y se equivocaron. Y no pasó nada, por supuesto.
Por si quedaban dudas sobre la paternidad de los fichajes, Txiki advertía que “el sí de Frank sobre un fichaje puede ser relativo. Pero un no mío puede tumbar un sí suyo”. Obviamente, un “no” de Rosell, el directivo responsable en materia de fichajes, ya era en esa época motivo de indiferencia “por unanimidad”. Y aprovechaba para admitir su objetivo prioritario: “Tenemos que demostrar que sabemos vender”. Una asignatura que dejó pendiente hasta el final de sus días como secretario técnico.
Más provocaciones
Dentro de la estrategia organizada por el sector mayoritario de la directiva, el formado por el club de fans de Laporta, el 27 de marzo de 2005 Txiki lanzaba un nuevo dardo a su jefe directo, el vicepresidente Rosell, en las páginas de Mundo Deportivo: “Si Rosell ya tenía a Deco el primer año, ¿por qué no vino? ¿No decía la calle que ya lo tenía Rosell? En nuestro primer año ya pudo venir Deco y entre Frank y yo decidimos que no viniera. Y al año siguiente, después de verlo un año y estar más seguros de su fichaje, vino por decisión técnica”. Una provocación en toda regla al vicepresidente. Lamentablemente, los que debían decidir no tenían las ideas claras y Deco llegó al Camp Nou con un año de retraso. Se perdió el año en el que el Barça no ganó nada entre otras razones porque el cuerpo técnico de ex futbolistas, que de esto entienden, no estaba seguro de su rendimiento, quizá porque no veían vídeos. Necesitaban verle un año más en el Oporto para descubrir si era o no digno del Barça. Deco llegó un año más veterano gracias a las dudas de Txiki, de la misma manera que Henry le dio al Arsenal el último de sus mejores años antes de que el tándem Txiki-Soriano le vistiera de azulgrana con mucho retraso y echando mano del talonario de forma indiscriminada.
Le preguntaban en la misma entrevista: ¿Ha cambiado su relación con Rosell? Respuesta: “Claro, porque antes negociábamos juntos y desde que adquirió más un papel de vicepresidente deportivo, no ejecutivo, que es lo que se planteó inicialmente, la relación cambió. Pero sólo por eso”. Uno no podía imaginarse a Ferran Soriano como vicepresidente “no ejecutivo” dejando en manos de la empleada Anna Xicoy, a la que escondía constantemente, las decisiones financieras más trascendentales del club. Pero Rosell sí estaba obligado a delegar en alguien cuya experiencia cero en estos asuntos invitaba, como mínimo, a la desconfianza. Y más todavía cuando era pública y notoria su dependencia de Cruyff, el que trajo al club a jugadores como Romerito, Jose Mari, Eskurza, Korneiev, Prosinecki, Kodro, Escaich, Pablo, etc. Había motivos para desconfiar.
Reorganiza la cantera
“Txiki reorganizará la cantera”, titulaba Mundo Deportivo el 6 de mayo de 2005. “El director técnico decidirá los descartes del fútbol base, entre los que estará su responsable, Josep Colomer”. Un asalto al poder en toda regla. Lo que no había conseguido Anna Xicoy, la directora general, lo lograba Txiki: poder y protagonismo frente al directivo responsable de su parcela. El cese anunciado de Colomer, un hombre de Rosell, era toda una invitación a la dimisión del vicepresidente, que no tardaría en producirse para alegría de Johan Cruyff y su corte celestial.
Seguía Mundo Deportivo: “Txiki será el responsable de rediseñar la estructura técnica del fútbol base, una estructura creada por el vicepresidente deportivo Sandro Rosell tras las elecciones de 2003. Sandro fichó a la mayoría de entrenadores por dos temporadas, tras las que ahora el club tiene previsto realizar una limpieza notable. La primera decisión y tal vez la más relevante será la destitución del propio Colomer, hombre de confianza de Rosell, a quien esta noticia ha pillado por sorpresa debido a las excelentes resultados de todos los equipos, desde el juvenil A (que se encuentra en Madrid disputando la Copa de Campeones) hasta el benjamín B, las últimas dos temporadas”.
Tan clara estaba la jugada que hasta el mismísimo Sandro Rosell admitía en Mundo Deportivo que “Txiki hace lo que le manda el presidente”. Por ello a nadie extrañó la noticia que anunciaba El Periódico el 14 de junio de 2005:”El Barça elimina la figura del vicepresidente deportivo para reforzar el tándem Begiristain-Rijkaard”. Johan Cruyff y su entorno se liberaban al fin de un molesto grano que les incomodaba.
¿Los mejores años de Albertini?
Tan fuerte se sentía Txiki ya sin la obligación de tener que dar explicaciones a Rosell sobre sus decisiones, que el 18 de junio de 2005 manifestaba: “Si Albertini no tiene ninguna oferta, podría quedarse porque nos ha ayudado en el vestuario. No queremos que se retire”. Curiosa deferencia con el amigo de Rijkaard que apenas llegó a disputar cinco partidos vestido de azulgrana. Nada que ver con la triste salida del club de Philip Cocu.
Y para justificar sus intenciones, al secretario técnico no le importaba anunciar que “queremos consolidar y reforzar la idea de que los jugadores pasen sus mejores años de fútbol jugando en el Barcelona”. Si no mentía, hay que pensar que Begiristain estaba convencido cuando lo fichó de que Albertini jugaría en el Barcelona los mejores años de su vida. Y no sé qué es peor. En realidad, los escasos meses que permaneció en el Camp Nou fueron los últimos de una carrera deportiva que tocaba a su fin, como lo demuestra el hecho de que no lograra hacerse con un hueco entre los titulares del equipo de su amigo Rijkaard. Albertini ganó cinco ligas y tres Champions League con el Milan, equipo al que brindó los mejores años de su vida. Al Barça llegó buscando un dorado plan de jubilación a costa de la generosidad de sus buenos amigos del staff técnico blaugrana.
El criterio cambiante de Txiki
El 23 de agosto de 2005 Mundo Deportivo describía la facilidad camaleónica de Txiki para adaptarse a las circunstancias según le iba en la feria: “Txiki Begiristain ha cambiado de opinión respecto a la exigencia que debe tener el club a la hora de valorar el rendimiento del Barça B y C. En una entrevista publicada por Mundo Deportivo el 28 de marzo decía: “Somos conscientes de que toda la inversión ha ido al primer equipo. Hay que entender las circunstancias en las que trabajan, que no se ha hecho una inversión para ser muy críticos. Si lo fuésemos sería injusto. Tendríamos que haber explicado bien que hablar de playoffs o de meter el equipo en Segunda A es excesivo”. Casi cinco meses después, la opinión de Txiki, expuesta en la asamblea, es otra: “El Barça B y C han tenido falta de rendimiento y eso nos preocupa. No han podido tener el nivel suficiente para garantizar en algún momento esta ayuda, muy necesaria porque hubo cuatro lesionados.
MAÑANA, PRÓXIMO CAPÍTULO
Txiki, el recomendado de Cruyff (II)
Descontrol con Messi / Más contradicciones / Presume de independencia / Fichajes que brillan / ”No más Romeritos” / Autocomplacencia / ”Txiki: Mucha nariz y poco olfato” / Se consuma el desastre, llegan los lamentos / El papel de “malo” / ¿Se echa en falta a Rosell? / El seguimiento del teletexto / Responsable del pobre rendimiento / Renovaciones absurdas / Amor, a la calle / ¿Las cosas se hacen bien? /
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