Joan Tubau
Thiago Alcántara es un claro ejemplo de que en los futbolistas los sentimientos quedan a un lado cuando hay dinero por medio. Thiago renovó en el verano de 2011 el contrato que le ligaba al Barcelona hasta el 2015. Thiago consiguió en la renovación las cifras a las que aspiraba y el 29 de junio de 2011 era el hombre más feliz del mundo: "Siempre he querido estar y jugar aquí -decía entonces-. Para mí es un sueño y es uno de los mejores dias de mi vida". Y añadía: "El club lo ha hecho todo por mí. Me ha entrenado, he ido subiendo en las categorías inferiores y confió en mí para jugar el año pasado ya con el primer equipo, ofreciéndome la renovación. Ahora me toca a mí demostrar que puedo jugar en el Barcelona y que puedo ayudar al equipo para continuar en lo más alto".
"Ahora me toca a mí ayudar al equipo", decía. Año y medio después de pronunciar esas palabras recibía una llamada de Pep Guardiola y decidió que ya no le tocaba responder con su juego a todo lo que el Barcelona había hecho por él y que prefería el dinero del Bayern a seguir cobrando el contrato que firmó con el Barcelona y que tan feliz le había hecho en su momento. Y su padre añadía en 2011, poco después de tener atado y bien atado el contrato firmado con el Barcelona: "En ningún momento dudé sobre si Thiago se quedaba o no. El club siempre nos ha llamado, siempre nos ha dado esa tranquilidad, esa seguridad, y siempre ha querido acabar con toda esta historia". La tranquilidad que le dio el Barcelona no se la dio ni él ni su hijo al Barça.