El caos absoluto con el que está regido el Barça tiene nombre y apellido: Eric Abidal.
Ernesto Valverde dejó al Barça como líder de La Liga. El Real Madrid, si empata o gana en Valladolid habrá destrozado su legado. Aunque más que el Real Madrid habrá sido la apuesta perdedora de quienes gestionan el Barça.
Ahora resulta que hay que esperar a que las ideas de Setién calen en sus jugadores, y eso requiere tiempo. Les faltó tiempo para echar a Valverde líder, ahora lo reclaman para que Setién imponga sus nuevas ideas. Pero tiempo es lo que no tiene el Barça. Bartomeu ha querido realizar experimentos con gaseosa y ha llevado al Barça al abismo.
Ayer mismo le comunicaban a Carles Pérez que no cuentan con él. Y el Barça se fue a Valencia con tres delanteros: Messi, Griezmann y Ansu Fati. Hacía falta un revulsivo en el banquillo. Pero en el banquillo no había ningún delantero, así que Setién tuvo que echar mano de un centrocampista debutante (Collado) para que solucionara los problemas de un club con más de mil millones de presupuesto.
El cambio de Ansu Fati por Collado fue la imagen de la impotencia, el reflejo de un club gestionado con los pies. Y este caos tiene nombre y apellido: Eric Abidal. Él es el responsable técnico y a quien hay que pedir respuestas al caos organizativo en el que vive este club, que está en manos del entrenador de turno. Para uno Carles Pérez es vital y hay que renovarle. Para otro, hay que echarle a la calle un mes después. Y no hay nadie que ponga orden.
El purismo guardiolista ha recibido a Setién con los brazos abiertos. Es lo más parecido a Guardiola que se podía encontrar: pases, pases y más pases. Pero Guardiola no se hizo grande en el Barça por los pases, sino por la presión y el control del balón movido con rapidez y con una idea de fútbol vertical. Al purismo le sobra Arturo Vidal, que es lo más alejado al concepto de fútbol puro y casto que tenía Guardiola. Pero Guardiola exigió al Bayern de Múnich el fichaje de Arturo Vidal. Por algo sería. Hoy, en Valencia, la salida al campo de Arturo Vidal ha cambiado la imagen del Barça, pero no ha sido suficiente.
El Barça no puede ser Messi y sus amigos. Hoy sólo ha disparado a puerta Messi. Y casi siempre con lanzamientos de falta. O lo resuelve Messi o no lo resuelve nadie. Nunca el Barça fue tan dependiente del argentino. Hace apenas dos meses, el Barça se presentó en San Siro sin Messi y medio equipo titular y ganó al líder de la Liga italiana, el Inter, que se jugaba ese día su continuidad en la Champions League. Es posible que aquel Barça se Valverde se desviara de los principios fundamentales del cruyffismo-guardiolismo. Pero ganó. Ganó sin Messi. El guardiolismo sólo ha ganado con Messi (Pep no ha ganado más Champions sin Leo). Y Setién ya ni sabe ganar con Messi.
Después de pasarlas canutas ante el Granada y el Ibiza, era previsible que el Barça cayera ante el primer rival de entidad que se le pusiera delante. Y es que con este fútbol previsible no se puede ir por la vida. Estos jugadores son demasiado buenos como para ofrecer esta imagen de tuercebotas descabezados. Con Valverde ocurrió lo de Roma y lo de Anfield, cierto. Pero el Barça ganaba La Liga con 17 y 19 puntos de diferencia. Este año las distancias se habían acortado con un Madrid mejorado. Pero el Barça seguía por delante.
Todo apunta a que vamos a vivir una temporada de transición esperando tiempos mejores. Una pena, porque con Valverde la temporada no se había planteado así. Hasta el Camp Nou deben llegar las risitodas de Valverde desde su casa. Y no es para menos. ¡Calamidad, caos, descontrol, vergüenza y humillación!
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