Capítulo 63 del libro "El lado Oscuro de Laporta", de Pedro Riaño, en el que repasamos todos los detalles del primer mandato de Joan Laporta como presidente del Barça para entender su comportamiento en la actualidad.
La “Mentira Beckham” es posiblemente la más trascendente y decisiva del laportismo porque condujo a Joan Laporta directamente a la presidencia del FC Barcelona. Su asalto al poder blaugrana se basó en parte en una espectacular farsa que supo rentabilizar con gran habilidad echando mano de su excelente capacidad para manejarse entre la ambigüedad para embaucar al personal.
Acostumbrado a perder en todos los comicios en los que había participado, Joan Laporta se presentaba en 2003 con una notable desventaja respecto a Lluís Bassat. Al inicio de la campaña electoral la intención de voto del electorado por la candidatura de Laporta era de apenas un 3%. Hacía falta un golpe de efecto. Y la figura de David Beckham, por su poder mediático, fue la elegida por Laporta para vincularla a su proyecto y, paralelamente, ganar las elecciones. Beckham no llegó a negociar en ningún momento con Laporta, pero la candidatura utilizó su apellido y jugó su baza como si realmente la opción de su fichaje hubiera llegado a ser realmente factible. Laporta jamás dio por hecha la contratación de Beckham, pero tonteó con su nombre todo lo que pudo para convencer al electorado de que, si salía elegido presidente, Beckham vestiría de azulgrana. El 6 de junio de 2003, en calidad de candidato, manifestaba en La Vanguardia que “no puedo negar que estamos conversando con el Manchester y que les gusta nuestro proyecto", como si el traspaso de Beckham dependiera de las bondades de un proyecto que debía gustar por encima de la oferta económica o las preferencias del jugador.
Pero él vendía el producto a su manera, como más le interesaba. El 8 de junio Sport recogía unas reflexiones del futuro presidente: "Beckham puede ser el líder del nuevo Barça. Los contactos con el club están muy avanzados y ahora hablaremos con el jugador. No confirmaré nada hasta que todo esté arreglado. Confío en que sea la próxima semana". En realidad nunca llegaron a hablar con el futbolista. Y mucho menos con sus representantes, que ya habían pactado con el Real Madrid de Florentino Pérez y no tenían el más mínimo interés por hacerle el juego al candidato a la presidencia del Barcelona. Eso a Laporta le daba igual. Ese mismo día manifestaba en El Periódico: "Beckham puede ser el Cruyff del 73, su llegada puede provocar un impacto similar al de Johan y puede convertirse en el líder que nos traiga éxitos para el equipo". Puede, puede, puede… El Cruyff del 73 al que se refería ganó una liga y una copa en cinco años de blaugrana liderando un Barça gris y mediocre. Montal le convirtió en el futbolista mejor pagado del mundo y mostró su profesionalidad borrándose de partidos, ejecutando lanzamientos de banda y jugando de lateral cuando llovían los palos en el área contraria. ¿Sería eso lo que Laporta esperaba de Beckham?
El 11 de junio El Periódico recogía unas manifestaciones del jugador inglés: “Me han utilizado como una carta electoral y estoy decepcionado". Pero Laporta no se amilanaba: "Tengo el placer de anunciarles que hemos llegado a un acuerdo con el Manchester, con el que ya hemos firmado un documento". Y la propia web del Manchester United lo confirmaba. En ella podía leerse que “directivos del club se han reunido con Laporta y estas entrevistas han dado como resultado una oferta por el traspaso de Beckham al Barça. Dicha oferta está sujeta a una serie de condiciones, que Laporta sea elegido presidente y que el Barça llegue a un acuerdo con el jugador". El primer punto podía producirse. El segundo no. Beckham no podía llegar a un acuerdo con el Barcelona porque ya había firmado por el Real Madrid.
"Si no nos hubiésemos espabilado, ya no tendríamos a Beckham. Es falso que el Madrid tenga atado al jugador, eso sería ilegal. Primero ha de pactar con el club y nosotros ya tenemos el acuerdo con el Manchester. Ahora hablaremos con el jugador, que está de vacaciones", decía Laporta. ¿No era eso admitir que se jugaba con la certeza de que Beckham sería del Barça? Se habían espabilado. Mucho. De cualquier forma, nunca nadie ha llegado a explicar cuánto le costó al Barça, o a la candidatura de Laporta, conseguir que el Manchester United se prestara a este juego indigno. El club mejor organizado del mundo no da un paso de esta naturaleza sin obtener una contraprestación, y más sabiendo que el juego era absurdo porque el jugador ya estaba comprometido con el Real Madrid.
Y mientras los candidatos se peleaban entre ellos, Laporta afirmaba que "Beckham es una pieza clave para volver a la elite mundial. Es un jugador con glamour que entusiasmará al club, a la ciudad y a toda Cataluña". Ya hablaba en nombre de los socios, de los ciudadanos de Barcelona y de los de toda Cataluña. El patriota catalán empezaba a tomar decisiones en nombre de la “patria” porque ya sabía cómo hacer felices a todos sus paisanos.
La respuesta de la agencia SFX, encargada de asesorar al futbolista, no se hizo esperar: “Los representantes legales de David no tienen intención de reunirse con el señor Laporta o sus representantes". Pero Laporta no estaba dispuesto a permitir que la realidad estropeara su gran titular: "Se trata de una estrategia de los agentes del jugador". Y Ferran Soriano, siempre tan lanzado, iba más lejos: "Diversos patrocinadores ya se han puesto en contacto con nosotros. Beckham es una inversión con un elevado retorno". Seguramente se trataba de los mismos patrocinadores que hacían cola para esponsorizar al club y que luego no dieron señales de vida ni siendo el Barça el mejor equipo de Europa.
Pero Laporta, valiente él, lejos de rendirse se atrevía a más: "Las negociaciones con el jugador ya han comenzado" decía en El País el 6 de junio. Y en La Vanguardia tranquilizaba al socio ante la confusión de las noticias que llegaban desde Manchester: "Confío en conseguir convencerle". Paralelamente, el padre del jugador, Ted Beckham, explicaba a la cadena Ser: "Mi hijo no irá al Barça, pero si la oferta fuera del Madrid la estudiaría".
Los demás candidatos intentaban persuadir al electorado de que lo de Beckham no era más que un gran golpe de efecto de Laporta para intentar acceder al poder por la vía rápida de la mentira. La estrategia estaba tan estudiada que hasta Ferran Soriano ponía en marcha el cuento de la lechera el 12 de junio en El Periódico: “Vestir a Beckham de blaugrana generaría unos ingresos adicionales de entre 15,2 y 24,7 millones de euros al año y un total de entre 61 y 99 millones en los próximos 4 años”. Soriano ya había hecho su business plan y sabía y afirmaba que venderían entre 2.500 y 5.000 entradas más por partido, que el Barça aumentaría su cachet por amistosos de 300.000 a un millón de euros y que se venderían entre 40.000 y 80.000 carnets más de Gent del Barça. Sobre Beckham decía Soriano: "Es una inversión rentable en el aspecto económico, conveniente en el deportivo y justificada en el entusiasmo que genera”. Un auténtico castillo de naipes construido sobre la nada, pero “creíble”, que de eso se trataba. Nunca hasta entonces se vendió tanto humo con una base tan poco sólida. Pero el mensaje caló.
El 12 de junio Laporta sostenía en La Vanguardia que "podemos convencer a Beckham, tenemos argumentos para convencerle y vamos a ver si tenemos la capacidad y la habilidad de conseguirlo". Y en lo que fue una constante en su mandato, se aferraba a la confidencialidad, o más bien oscurantismo, para no dar más detalles.
Ese mismo día El País ofrecía una información muy curiosa citando como fuente la candidatura de Joan Laporta. “Ingresos estimados por el fichaje de Beckham (mínimos y máximos)
-Aplicaciones de móviles, de 0,8 a 1,6 millones.
-Internet, de 0,5 a 0,8 millones.
-Partidos amistosos, de 2,8 a 4,2 millones.
-Gent del Barça, de 0,6 a 1,2 millones.
-Merchandising, de 1,7 a 2,9 millones.
-Otros patrocinios, de 3,3 a 5,1 millones.
-Patrocinio camiseta, de 3 a 4 millones.
-Taquillas, de 2,5 a 4,9 millones.
Total, entre 15,2 y 24,7 millones”.
Lo tenían todo muy estudiado. Seguramente, una vez en la presidencia, Laporta le pasaría estos datos a Florentino Pérez para informarle de cómo sacarle el máximo rendimiento a su estrella.
Más tarde se vio que igual que podían montar con Beckham un cuento de la lechera por todo lo alto, con el Rey Midas Ronaldinho en el zurrón, el plan B de Rosell, fueron incapaces de arañarle en el contrato una limosna de los 14 millones de euros anuales que fue capaz de generar el brasileño a través de la publicidad.
Soriano, un visionario capaz de convertir en fantástico lo que sólo era utopía, exponía sin ruborizarse que "este fichaje forma parte de un plan global para reflotar el club. Hicimos el análisis hace meses y ahora el trabajo ya lo tenemos hecho para comenzar a ejecutarlo el 16 de junio (…) No se trata de ciencia ficción”. Suerte que, en contra de lo que sostenía Soriano, todo era una sucesión de premeditadas mentiras y que estábamos ante una historia de pura ciencia ficción, de lo contrario la realidad del Barça en los años siguientes, con Beckham y sin Ronaldinho, se hubiera escrito de manera bien distinta. Afortunadamente para el club, lo de Beckham no cuajó y Rosell intervino para poner en marcha el plan alternativo que contemplaba el fichaje de Ronaldinho. Los triunfos del Barça con el brasileño como líder dejaron en evidencia los absurdos planes sin fundamento de Soriano con Beckham.
El 13 de junio Laporta aseguraba en Sport que "el Madrid no tiene a Beckham (…) Que Cruyff avale esta operación es un motivo de gran orgullo". El Gran Johan ya movía los hilos para ayudar a su amigo a ganar las elecciones prestando la credibilidad de su apellido a la “mentira Beckham”. "Ya le pueden buscar casa, cole y lo que quieran en Madrid, porque el acuerdo entre clubs está bloqueado y el Manchester nos da la primera opción". Con declaraciones como éstas Laporta consiguió cimentar su extraordinaria credibilidad con el paso de los años: “Que n´aprenguin”. Y su amigo, socio y cliente Cruyff no se quedaba atrás. Ese mismo día, ya muy cerca de la fecha de las elecciones, echaba toda la carne en el asador para acabar de convencer al electorado: "Laporta ha sido inteligente con Beckham y ha parado el juego al Madrid”, mientras aseguraba que “el Ajax no tiene intención de dejar marchar a Koeman”, el entrenador en quien se apoyaba Bassat. Cruyff, siempre desde la barrera, esta vez sí estaba dispuesto a entrar a matar para volver de una vez por todas a entrar en el Barça e influir en él desde fuera. “Lo de Beckham no es una fantasmada”, decía. ¿Qué sería, pues?
Lluís Bassat se preguntaba en TV3: “Si Laporta gana y no viene Beckham ¿devolverá los votos?”. Pues no. No los devolvió, porque las palabras se las lleva el viento y los sueños sueños son... pero dan votos. Por eso, el 14 de junio, la víspera de las elecciones, Laporta, consciente de que Florentino Pérez tenía firmado a Beckham, seguía sosteniendo que "tengo la completa confianza en poder ver a Beckham vestido de blaugrana" y, echando mano de uno de sus latiguillos electorales, no cesaba de asegurar que “Beckham nos colocará en la primera línea deportiva y mediática mundial". No se trataba de una mentira, sino de una “verdad a medias”, como siempre le ha gustado definir al presidente Laporta aquellas afirmaciones que no guardaban ninguna relación con la realidad.
Pero la verdad siempre acaba imponiéndose y Laporta se veía obligado a afirmar el 18 de junio, sin avergonzarse y ya elegido presidente, que "yo nunca prometí a Beckham, sólo teníamos un acuerdo con el Manchester (…) Los agentes de Beckham han sido una muralla, no quisieron ni aceptar la invitación de Rosell de sentarse a negociar (…) Sólo necesitábamos eso y le convenceríamos”... Un día después se lamentaba Rosell en Sport de que "no es normal que hombres de negocios no quieran reunirse con el Barcelona". Normal o no, lo cierto es que se jugó con una ilusión que logró confundir a muchos socios que acudieron a las urnas a votar a un apellido, Beckham, que jamás, afortunadamente, vestiría de azulgrana. El propio jugador se encargaba de abrir los ojos en La Vanguardia a la masa social azulgrana, intoxicada durante los últimos días con la esperanza de un fichaje imposible: "Agradezco el interés del Barcelona, pero si he elegido el Madrid es porque quería jugar la Champions League". Esa temporada el Barcelona estaba condenado a jugar la Copa de la UEFA.
Y como es habitual en el laportismo, no hay mal que por bien no venga, aunque en este caso Rosell sí acertó como pitoniso en La Vanguardia el 29 de junio de 2003: "Nos viene bien que Beckham esté en el Madrid porque allí seguro que no funcionará".
Con la perspectiva del tiempo y desde la derrota, Bassat recapitulaba un año después en Mundo Deportivo: "Laporta utilizó el efecto Beckham para cambiar la intención de voto cuando el jugador ya estaba fichado por el Madrid". Laporta, en su mejor versión de encantador de serpientes, era capaz de darle la vuelta al calcetín y, una vez conseguida la presidencia gracias a Beckham, manifestaba sin ruborizarse el 22 de octubre de 2004 en Onda Cero que "respetando mucho a Beckham, creo que acertamos fichando a Ronaldinho. No hubiera sido lo mismo de haber venido Beckham”. Era el perfecto colofón a un programa deportivo al que le daba igual fichar a Beckham que a Ronaldinho, como si uno y otro representaran lo mismo. Lo que no decía es que gracias a una gestión fallida de su directiva llegó de carambola al Camp Nou Ronaldinho como segunda opción y en contra de la opinión de Johan Cruyff, que apostaba por desviar toda la inversión hecha por Ronaldinho a la triple A del Valencia: Aimar, Ayala y Albelda.
Nunca oiríamos luego a Laporta agradecerle al Maestro Johan su ayuda desinteresada desaconsejando el fichaje de Ronaldinho. El apellido Cruyff sólo podía salir a la palestra cuando se trataba de celebrar triunfos. Para justificar los fracasos ya estaban otros.
Pasado el tiempo, Jaume Roures, íntimo de Cruyff y de Laporta y amo de Mediapro, confesó en la COPE que “Laporta y su junta se inventaron el fichaje de Beckham y sobre esa base ganó las elecciones en 2003. Todo el mundo sabía que había fichado por el Madrid. Fue así de simple lo que le llevó a la victoria”. Como diría Bernd Schuster, “no hace falta decir nada más”.
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