El Barça ha estado a la altura de un rival que no ha venido al Camp Nou a jugar a fútbol y de un árbitro que se ha comido hasta tres penaltis. Se complica la Champions.
Noche negra de fútbol en el Camp Nou. Pésimo Barça, vergonzoso Rayo Vallecano y nefasto árbitro. Entre los tres han escrito una página de terror en la historia de ciencia ficción del Barça en esta Liga.
En lo que llevamos de año el Rayo sólo había sido capaz de ganar al Espanyol. Con nadie más se había atrevido. Hasta que se le puso el Barça enfrente y descubrió que hoy había chollo otra vez. Y el Rayo ha ganado en el Camp Nou. Para que se produjera el milagro ha sido necesario contar con la colaboración especial del Barça, que ha puesto mucho de su parte en la victoria vallecana, y de un árbitro inepto, que ha llegado a donde no ha llegado el Barça con sus decisiones de colegiado mediocre o resabiado. Siempre quedará la duda.
El Barça tiene en su mano quedarse sin Champions League de entrada la próxima temporada. Con derrotas como la del Cádiz y Rayo Vallecano de forma consecutiva en el Camp Nou no se puede aspirar ni a jugar la Champions ni nada en donde se exija un mínimo nivel de calidad. Y casi mejor así. Si no son capaces de ganar al Cádiz y al Rayo no se puede esperar que ganen al Liverpool.
Y jugando como han jugado hoy, el Barça tampoco merece estar figurar los cinco primeros de la clasificación, aunque ahora mismo esté ahí. A Koeman le echaron tras una derrota ante el Rayo en la primera vuelta. A Xavi no le van a echar hoy porque no hay ningún Xavi en la récamara esperando a hacerle la cama al entrenador del Barça.
Y en la derrota de hoy mucho tiene que ver Xavi. Es evidente que ha fracasado en el aspecto motivacional. Sus jugadores han salido a pasearse, y cuando se juega andando, lo normal es perder. Tampoco está acertado Xavi con su fijación con Ferran Torres y Frenkie De Jong. Los dos están mal. Llevan muchas semanas sin dar la talla y pidiendo a gritos el relevo. Pero Xavi no se da por enterado y los demás empiezan a entender que la meritocracia no funciona en el Barça y que para Xavi existen intocables que tienen la titularidad asegurada hagan lo que hagan. Y eso no es bueno si se pretende generar un clima de armonía en la plantilla.
Y empieza a resultar cansino lo del ADN del Barça, lo de la idea de juego innegociable, lo del sistema obligatorio. Si la idea y el sistema es lo que estamos viendo en las últimas semanas, ya con Xavi consolidado en el Barça después de cinco meses, mejor lo cambian. Y es que el primero que traiciona el ADN del Barça es el propio Xavi cuando lo echa todo por lo borda para colocar a Luuk De Jong y colgar balones en el área a ver qué pasa. Un equipo que juega al pase corto, a controlar el juego y llegar a la portería contraria con el balón controlado, no puede jugar al patadón y a ver si Luuk De Jong aprovecha algún rechace para marcar.
Para ADN el de las chicas. Ellas sí presionan cuando no tienen el balón, ellas sí combinan mirando a la portería contraria, ellas sí triangulan avanzando, sí encaran con éxito el uno contra uno y sí encuentran el camino de la portería contraria. Todo lo que no sabe hacer el Barça de Xavi.
El Barça se traiciona a sí mismo jugando varios partidos a la vez durante 90 minutos. Xavi empieza a dar síntomas de despiste. Pensó que había dado con la tecla, pero es evidente que no. Este final de temporada recuerda al del año pasado, con Koeman, cuando el Barça se dejó ganar, o perder, una liga que tenía ganada. La diferencia es que este año no hay liga que perder.
Y aunque nadie es hoy más culpable que el Barça en la derrota del Barça, no se puede pasar por alto la caricatura de equipo que ha sido el Rayo Vallecano empleando el antifútbol. Que el presupuesto del Barça es mucho mayor no justifica la actitud vergonzosa de los jugadores del Rayo, que tan pronto reclamaban la extrema unción a punto de dar sus últimos extertores despidiéndose de este mundo, como salían corriendo disparados para no dejar a su equipo en inferioridad cuando el árbitro les sacaba del campo para ser atendido. La situación era tan cómica como lamentable.
La acción que se ha repetido hasta cinco veces, produce vergüenza y no se puede sustentar en que el Barça tiene el presupuesto más alto. Lo de hoy era un partido de fútbol y, por lo visto, el Rayo en ningún momento ha pretendido jugar a fútbol. Una vergüenza que ha contado con la complicidad del árbitro. Se ha tragado hasta tres penaltis en el área del Rayo, de esos que sí se le pitan al Real Madrid, a Araujo, Lenglet y Gavi. Este último de escándalo.
Su arbitraje ha sido nefasto ejerciendo de colaborador necesario para el antifútbol del Rayo. Hubo un momento en el que Díaz de Mera escuchó cómo todo el estadio (bueno, la mitad, el Camp Nou ya sólo se llena con las chicas) coreó aquello de "¡Qué malo eres, árbitro qué malo eres...!" Y eso acabó por sacarle de sus casillas, perdiendo los estribos y ya sin preocuparse de que "pareciera un accidente". Se lió a sacar tarjetas al banquillo del Barça, no quiso ver las brusquedades del Rayo, fue muy comprensivo con la pérdida de tiempo y se negó a ver ninguno de los tres penaltis que se produjeron en el área rayista.
Díaz de Mera era el árbitro que requería un partido así, con un Barça indigno y un Rayo vergonzoso. El árbitro estuvo a la altura de los dos equipos.
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