La convocatoria de elecciones en Jueves Santo da una idea del escaso interés de Florentino Pérez por llamar a los socios del Real Madrid a pasar por las urnas
Como ya viene siendo habitual en los últimos años, el Real Madrid celebra hoy la continuidad de su caudillo sin elecciones democráticas por medio. Florentino Pérez sigue por aclamación. Ya se ha encargado él de que nadie pueda hacerle sombra cambiando los estatutos del club a su conveniencia. Y los palmeros, aplaudiendo con las orejas. Eso es el Real Madrid, un club sin tradición de urnas. Un club poseído por un "ser superior". Y todos contentos.
Será el sexto mandato de Florentino Pérez, hasta 2025. Un día tuvo que abandonar el club en globo, obligado por su calamitosa gestión. Ahora, en su segunda etapa, desde 2009, nadie le tose. Desde entonces ha sido reelegido sin que nadie se presentara a las elecciones a hacerle sombra. Es imposible.
Para ser candidato del Real Madrid, de acuerdo al capricho de Florentino Pérez, se precisa una antiguedad de 20 años (no se puede ser un presidente joven) y hay que avalar el 15% del presupuesto del club, unos cien millones, sólo por presentar la candiudatura (hay que ser millonario), una condición que, por supuesto, no rige para Florentino Pérez.
A las elecciones de este año quería presentarse un joven empresario cargado de ilusión, Enrique Riquelme. Pero ha tirado la toalla, como todos. Es imposible enfrentarse a Florentino Pérez. Y mucho más hacerlo en igualdad de condiciones. Tiene siempre todas las de ganar. Y no es un problema de resultados.
Enrique Riquelme, de 32 años y dedicado al sector de la energía renovable, se lo planteó. Pero muy pronto vio cómo funciona el chiringuito que tiene montado Florentino Pérez y optó por dejar pasar la oportunidad esperando a que el "ser superior" desaparezca del Real Madrid. Mientras siga, es imposible plantearse la posibilidad de sacarle de su trono imperial de mando.
Riquelme ha renunciado a su candidatura por las fechas elegidas por Florentino Pérez para abrir el periodo electoral, en Semana Santa. En estas fechas y en plena pandemia del Covid-19 es imposible plantearse una campaña seria capaz de doblegar al poder eterno establecido de Florentino Pérez, que domina todos los resortes de la entidad a su favor, incluidos, por supuesto, los mediáticos, siempre a su servicio para lo que haga falta.
El aspirante ha entendido que no podia poner en marcha una campaña que explicara su proyecto y llegara a los socios. Riquelme es víctima de las triquiñuelas del presidente Tenía preparada su campaña para el verano, pero Pérez ha adelantado las elecciones para la fecha que más le convenía evitándose así molestos moscones que opudieran incordiarle.
Riquelme lamenta el adelanto electoral sin ninguna justificación institucional, jurídica, económica, deportiva o incluso coyuntural, sino también las fechas en las que se ha anunciado este adelanto y la premura en abrir el proceso electoral, en mitad de días festivos, impiden a su candidatura formalizar su presentación, y suponen además un agravio para los socios, por el escaso tiempo del que se dispone para una exposición del proyecto para el Club que llegue realmente a todos ellos.
Sólo Florentino Pérez, el ser superior, es capaz de convocar unas elecciones a la presidencia del Real Madrid en Jueves Santo y la apertura del proceso en Viernes Santo. Así funciona el Real Madrid entre vítorers, ovaciones y fanfarrias mediáticas de tribuletes agradecidos que se encargan de apagar cualquier intento de queja que jamás se oirá. Y después del viernes santo, seis días para formalizar las candidaturas (los avales que Florentino Pérez no tiene que presentar) y 15 días para explicar un programa mientras Florentino Pérez utiliza a su ejército de peones mediáticos para vender humo e ilusión con Mbappé, Haaland, Alaba y Marilyn Monroe si es preciso.
Las elecciones en el Real Madrid siempre habían sido en junio-julio. Pero a Florentino Pérez le venía bien esta vez en abril. Y así ha sido. Y sin que nadie le moleste ni enturbie su paz.
Enrique Riquelme se ha rendido. Ya ha comprobado que mientras Florentino Pérez tenga energía para hacer y deshacer en el Real Madrid, intentar hacerle la competencia es inútil porque juega con las cartas marcadas. Pero no renuncia. Tiene 32 años y esperará a que un día el club se normalice.
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